SANTO DOMINGO DE HEREDIA, Costa Rica — El día en que los restaurantes sirvan saltamontes al ajillo o brochetas de larvas de escarabajos a la parrilla está cada vez más cerca, según científicos que iniciaron en Costa Rica el cultivo de insectos para consumo humano.
Entomólogos costarricenses esperan que los insectos sirvan en un futuro cercano como alimento en este país, igual que en Benín, nación de África desde donde partieron muchos esclavos que llegaron a Centroamérica en la época de la colonia.
El programa de cultivo de insectos, que cuenta con financiamiento de Holanda, busca también reproducir hongos para consumo humano, tomando la experiencia de Bután, un país de los Himalayas donde este alimento es un preciado manjar, expresó Marianella Feoli, gerente de la fundación que coordina la iniciativa.
"Benín sabe mucho de consumo de insectos, Bután sabe mucho de consumo de hongos y Costa Rica aporta su experiencia en el manejo de la biodiversidad", dijo Feoli a AFP.
El programa es impulsado en Costa Rica el Instituto Nacional de la Biodiversidad (INBío), una ONG creada hace 20 años que ha levantado catastros de las especies animales y vegetales del país, y cuyos entomólogos han viajado a Benín a conocer la experiencia del consumo de insectos.
"En otros países hay restaurantes gourmet que sirven insectos", dijo el entomólogo Manuel Zumbado, a cargo del proyecto junto a su colega Carlos Hernández.
"Al principio la gente piensa que uno está un poco loco, pero veo esto como una gran alternativa, no como alimentos de supervivencia, sino como algo cultural", declaró Zumbado a AFP.
En los laboratorios de INBío, en Santo Domingo de Heredia, localidad cercana a San José, los científicos están trabajando en la reproducción de varios tipos de insectos autóctonos que pueden servir de alimento.
Zumbado, quien ha comido insectos en su país y en su reciente visita a Benín, mencionó entre éstos a las esperanzas, un tipo de saltamontes con largas antenas que abunda en los bosques y zonas rurales de Costa Rica.
También tienen potencial las termitas, saltamontes de varios tipos, larvas de escarabajos y larvas de mariposas, entre otros, dijo el científico.
"Las esperanzas al ajillo saben mucho más rico que los camarones. Vale la pena probarlas", dijo el científico. "Se pueden cocinar fritas o también hacer pinchos (brochetas) con cebolla asados al fuego".
"En Benín me decían: preferimos los insectos al pescado", dijo Zumbado, quien explicó que en ese país no cultivan los insectos, sino que son capturados en ciertas épocas del año, por lo que su oferta en los mercados es estacional.
Para aportar la experiencia de sus países, están trabajando en el INBío una entomóloga de Benín, Elisabeth T. Zannou, y una experta en hongos de Bután, Ugyen Yangchen.
Zumbado cree que para lograr la aprobación de la gente es conveniente que los platos de insectos comiencen a ser ofrecidos por restaurantes y hoteles de lujo. Contó que ya está interesado en la idea un 'hotel boutique' de la provincia norteña de Guanacaste, principal destino turístico de Costa Rica, donde pretenden servirlos con un vino apropiado.
"Yo pondría caro el plato para que la gente lo aprecie", expresó el entomólogo.
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